El caballero ardiente
Godric se giró. Una dama morena y con una diadema le había dado un suave golpecito por detrás. Era bastante guapa y parecía interesada en él... lástima que fuera tan culona.
- Perdone apuesto caballero, ¿sabría indicarme dónde vive el señor Norte?
- Veo que aparte de culona no eres muy lista... sin ofender, sin ofender.
- Uff, menos mal, pensé que me estabas insultando, pero yo que soy la lista ya veo que no.
La dama se sentó junto a él.
- Mi nombre es Godric Gryffindor - dijo, besando la mano de la dama.
- Yo soy la princesa Rowena Ravenclaw, por ser tú puedes llamarme Rowe...
- Hola, yo soy Helga Hufflepuff, encantada -una señora madurita a la par que interesante con un tejón obeso en brazos se sentó a su otro lado, plantándole un beso en cada mejilla-. ¿Qué tal, Rowe? encantada.
En ese instante el dueño del bar apareció en la barra y les preguntó qué querían tomar.
- ¡Hengist! No me lo puedo creer, ¿este bar es tuyo?
- ¡Helga! ¡no te esperaba!, deja que te cuente mi historia...
- No, no, luego. Que ahora este apuesto caballero nos iba a contar la suya, seguro que es más interesante de aquí al Cairo lo menos.
Godric dio un trago a su copa y se dispuso a narrar sus ardientes aventuras por medio mundo, bajo la atención de aquellas dos damas, una culona y otra pechugona.
Nació en un páramo silvestre no muy lejos de allí y realmente nunca había tenido problemas con la magia, puesto que sus padres eran magos los dos. Pero algo extraño sucedió durante una de sus vacaciones...
- ¿Conocéis el desierto del Sahara?
Las dos damas asintieron.
- Pues antes de mi viaje se le conocía como la selva del Sahara.
- ¡No me digas! ¿Y qué pasó?
- Pues no sé, yo estaba tan tranquilo haciendo abdominales a mis seis años... se ve que calenté demasiado. Total, que de la nada salió una llama... una preciosa y luminosa llama... y poco después todo aquello se convirtió en desierto. Una cosa extrañísima...
Godric continuó narrando sus múltiples viajes de más mayor, había visitado Gobi y Próximo Oriente, con los mismos resultados.
- Al final me dije: Godric, esto no puede seguir así. Así que acudí a un psicólogo que me mandó un cambio de aires. Y aquí estoy, Escocia es una tierra muy húmeda donde llueve mucho. Como veis, señoras, soy un caballero ardiente.
- No me diga esas cosas, que me sonrojo... -dijo Rowena mientras se tocaba el pelo insinuante.
- Pues a mí puedes decírmelo cuando quieras.
- La verdad es que tuve suerte -continuó Godric- Merlín me ayudó a controlar mi problema.
Helga casi se atraganta con su copa de whisky de fuego doble.
- ¡No me digas que fuiste aprendiz de Merlín! ¡¡¡Yo también!!!
- ¡¡Y yo!! -se emocionó Rowena- Era su alumna más destacada, iba a la clase de los especiales.
- ¡Yo también!
Todos se giraron hacia un hombre alto y delgado. Era calvo y tenía rasgos de simio.
- ¿Y usted quién es?
- ¡Oh! Mi nombre es Sssalazar Ssslytherin, estaba aquí porque me ha llamado la atención su tejón.
- ¡A que sí! Mi Bolo es que es muy mono...
- Muy mono sssí... mira qué mussslos, y qué orejitas, y esssasss mejillas tan suavesss pidiendo a gritos una caricia, esssosss labiosss ossscurosss que dan ganasss de... Perdón, no sssabía que usssted y él eran...
- Sí, es mi mascota...
- ¡Oh! sssolo ssson massscota y dueña... excelente... yo también tengo una "massscota".
Salazar sacó de entre sus abrigos una serpiente verde que llevaba colgada del cuello. Todos se hicieron un poco atrás.
- Ssse llama Tomasssa.
- ¡No me diga! que nombre más bonito... y cuéntenos, buen hombre, ¿vive aquí con sus nietos?
Salazar pareció ofendido por la pregunta.
- ¿Qué dicesss? Sssi yo tengo 32 añosss.
- Claro, claro, yo también llevo diez años cumpliendo 39...
- Pues yo los tengo recién cumplidos - intervino Rowena.
- Sí, recién cumplidos en cada pata ¿no, Rowe?
Rowena lanzó una mirada de reproche a Helga. Fue Godric quien rompió el silencio.
- Entonces veo que los cuatro tenemos algo en común, todos hemos sido aprendices de Merlín. ¿Qué les parece si esta noche cenamos juntos y nos conocemos un poco más? Tengo a Mufasa, mi león, aparcado en doble fila. Nos vemos esta noche. ¡Adiós!
En cuanto Godric salió del local Helga y Rowena comenzaron a dar saltitos de alegría.
- ¡Tengo una cita, tengo una cita! -chillaban.
- Perdona, me lo ha dicho a mí.
- De eso nada, aquí la guapa y la lista soy yo.
- Señorasss... -les tranquilizó Salazar- el caballero se refería a cenar los cuatro juntosss.
- Cagüen, a ver a quién le dejo yo a Bolo... ¿Hengist, haces algo esta noche?
- Cagüen, Helga, ¡avisa con más tiempo! -gritó el dueño del bar desde las bodegas.
- Cagüen, cagüen y más cagüen -maldijo Helga.
- No te preocupesss, yo también llevaré a Tomasssa, si te parece hacemos intercambio de massscotasss...
- No te preocupesss, yo también llevaré a Tomasssa, si te parece hacemos intercambio de massscotasss...
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